El lado bueno de las cosas (2012), David O.Russell
Una comedia para terminar el repasillo veraniego a pelis que se me escaparon la temporada pasada. Esto de la comedia, incluida la romántica, se ha convertido en una continua vuelta de tuerca buscando situaciones a cual más original. Pero desde que Mr. Billy Wilder nos dejó, encontrar alguna realmente sólida, que no haga aguas por algún rincón, está siendo misión más que imposible.
Lo dicho. El planteamiento, el encauce de su desarrollo y los personajes bien valen la película, como mínimo para pasar un rato agradable. Los problemas, desde un punto de vista más serio (compitió en los Oscars) vienen luego.
La verdad es que, tanto Bradley Cooper como Jennifer Lawrence, consiguen dar a sus personajes un tono que encaja como un guante con la propuesta de la peli. En el caso de él, creo que alcanza el papel más redondo de una carrera llena de films poco pensados para actores, como Resacón en Las Vegas. Se da el caso de que ahora estrena también un drama (Cruce de caminos). Veremos como sigue.
Ella merece un capítulo aparte. No estríctamente por su actuación, sino por su marketing. En absoluto la considero una mala actriz, al contrario. Me encanta en su papel y creo que tiene un mayor potencial de registros, en una carrera bastante nutrida para su edad. Me refiero a que parece ser una de las elegidas por la industria americana para formar parte del star system de los próximos años, atendiendo al Oscar que le dieron. Esos premios tan conocidos como oscuros y arbitrarios, a veces. Chapeau para su entorno.
Por hablar de otra interpretación de la peli, encontramos de nuevo al Robert de Niro del siglo XXI: un exactor (perdóname Bob) que decidió convertir su ocupación en una máquina de ganar pasta con comedias, olvidándose de su reputación. La escena en la que derrama alguna lágrima me parece patética. Aunque quizás no sea suya toda la culpa porque está nefastamente colocada, gracias al guión adaptado que firma el mismo director. No pienso leer el libro para desvelarlo. Eso sí, no llega al punto de manchar un guión con un ritmo más que aceptable, y cargado de ágiles diálogos a todo trapo. También es verdad que me quedo antes con su trabajo como director, con un estilo personal - cámara al hombro como en The Fighter (2010) - y con una buena dirección de actores.
Por lo demás, lo que decía. Una comedia a ratos más que divertida, ocurrente y que me llegó a evocar durante algún segundo al espíritu (sólo eso) de la inolvidable Alguien voló sobre el nido del cuco (1975). Donde todo se cae es en su último tercio. La originalidad deja paso a la previsibilidad que inunda nuestras pantallas, tirando de lugares comunes visitados millones de veces en este subgénero tan popular.
PARA: los que están en nomina de las comedias románticas
ABSTENERSE: admiradores del Bob de Niro que nos impresionaba
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