lunes, 23 de septiembre de 2013

Cruce de caminos

Cruce de Caminos (2012), Derek Cianfrance


Para reiniciar la temporada de estrenos, tras el repasillo veraniego de pelis del año pasado, mi camino se vuelve a cruzar curiosamente con varios artistas de esas pelis repasadas: con el director de Blue Valentine, con uno de sus actores en dicho film, Ryan Gosling (este tio no para), con Ray Liotta y con Bradley Cooper, al que acababa de ver en El lado bueno de las cosas.
Ya que mencionamos a los actores, no se puede decir que el director tenga mal ojo con ellos porque son un claro valor de la peli. El reparto es destacable: Eva Mendes, Harris Yulin y el que dicen que es el nuevo Leonardo Di Caprio, Dane DeHaan.
En cuanto a su contenido, ya no son nuevas en el cine las historias cruzadas, sin embargo nunca dejan indiferente. La narrativa audiovisual necesita, sin duda, crear recursos narrativos constantemente. Maneras de contarnos historias, maneras de engancharnos, de implicarnos, intentando captar uno de los bienes más preciados y más escurridizos en este hiperconectado siglo 21: nuestra atención.
Tampoco es este film ningun ejercicio desbordante de originalidad. Tres historias narradas de manera cronológica con un único salto temporal, pero importante.
De entrada, gracias a esa estructura, consigue algo nada despreciable: evitar que nuestra atención decaiga una vez conocidos los planteamientos de cada una de las historias. Óbviamente debido al menor tiempo en el que se cuenta cada una, pero también al ritmo narrativo, donde nada es en vano. Se agradece.  ¿Cuantas películas gozan de un buen plantamiento y/o un buen final pero no se aguantan en su desarrollo? Cianfrance ya demostró con Blue Valentine que se preocupa por no perder nuestra atención, en aquel caso con un continuo juego de saltos temporales.
Pero cuando llegamos a la tercera historia el plan se le viene un poco abajo. Sin duda, se trata de la más floja de las tres, cuando debería ser justamente lo contrario. Resulta altamente previsible y en ningún caso posee ni la mitad de adrenalina que las otras dos. No por la falta de acción, sino por la falta de tensión narrativa.
Continua siendo, aun así, un trabajo que confirma a este joven director como una referencia a seguir. Porque sigue un camino que explora el que considero uno de los temas más fascinantes que el cine puede y debe tocar: la condición humana.

PARA: conductores que no evitan carreteras secundarias
ABSTENERSE: conductores secundarios que nunca evitan ir a ritmo de Fast & Furious

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