martes, 28 de mayo de 2013

Stoker

Stoker (2013), Park Chan-Wook


Curiosa mezcla la de esta peli. Dirección a cargo de un surcoreano, producción de los hermanos Scott, actores  en auge, en declive y estancados, y guión de un actor que nada tiene que ver con el estilo de su conjunto. Vamos por partes.
El gancho que funcionó en mi caso fue el del director. No es que sea extremadamente popular ni conocido mundialmente entre el gran público, pero Park Chan-Wook es un realizador suficientemente reconocido con varios premios, como en el mismísimo Cannes, sin ir más lejos. Yo sólo había visto una peli suya, pero es, sin duda, una de las 3-4 pelis que más me ha sorprendido en toda mi vida: Old Boy (2003). Peli no apta para muchos ojos (ni estómagos), pero imprescindible para el resto.
La principal diferencia con respecto a su trabajo en el film que nos ocupa es que aquí el guión no es suyo. Y se nota. Para sorpresa de todos su autor es Wentworth Miller, el protagonista de la serie Prison Break. Visto así, tiene su mérito, pero el mérito no es lo que nos salva una peli. El sello de Chan-Wook es obvio visualmente, pero no es el mismo cuando está huérfano de la rotundidad de su narrativa.
No me cansaré de defender que el factor más relevante, con mucha diferencia, a la hora de atrapar a un espectador es la historia. Se inspira en La sombra de una duda (1943), que firmó hace 70 años el maestro Hitchcock, pero está lejos de saber gestionar algo que el inglés dominó como pocos: el balanceo de la historia. Durante la primera hora abusa de un patrón basado en presentarnos repetidamente al personaje misterioso, por un lado, y de confrontar las contenidas reacciones de la protagonista por otro. Nada que ver con una última media hora mucho más a la altura de lo que se podía esperar del sello surcoreano como exponente del thriller barroco pasado de vueltas, y que encuentra su título en el apellido del autor original de Drácula.
Las interpretaciones no están mal, pero tampoco consiguen por sí mismas elevar el film. Tres caras distintas. Mia Wasicowska, la Alicia de Tim Burton, es sin duda la que irá a más, aunque me impresionó mucho más en Jane Eyre (2011). Matthew Goode es una cara vista (Match Point (2005), de Woody Allen) pero que tampoco pasa de ser carne de secundario. Lo peor para mi ha sido ver a la actual Nicole Kidman. Si de caras hablamos, la transformación que ha sufrido la suya me impide concentrarme en su interpretación. No le vaticino un futuro fácil a la australiana.
La sensación que me quedó al final es que éste podría haber sido un gran mediometraje, de 40-45 minutos de duración. Lástima que, con la época que vivimos, el patio no esté para experimentos.

PARA: jóvenes y desencorsetados espectadores que gozan con la cultura visual made in S.XXI
ABSTENERSE: cualquiera que goce más con escuchar o leer una historia que con verla

miércoles, 22 de mayo de 2013

Searching for Sugar man

Searching for Sugan Man (2012), Malik Bendjelloul


De Malick (ayer) a Malik (hoy). Un absoluto desconocido, que ha sido capaz de hilvanar uno de los documentales más emotivos que probablemente veré en toda mi vida. Como guionista siempre he preferido la ficción al documental, pero es absolutamente obligado reconocer que el sentimiento que piezas como ésta provocan nunca podrá igualarlos la ficción. Muchos pensarán lo contrario, pero la autenticidad de esta historia (en todos sus sentidos) es imbatible. Por una vez, los Oscar dieron en la diana dandole el premio al mejor documental.
Aquellos que aun no lo hayais visto no esperéis que desvele su contenido. Muy pocas veces revelo detalles sobre la historia, y hoy menos. Asistir al visionado de esta obra y vivir los hechos que narra de manera cronológica sin conocer ápice alguno de la historia real tiene una magia que te atrapa de manera brutal. Se han realizado muchos documentalesque que basan su enorme interés en conocer los entresijos que en su momento no vieron la luz, sobre la vida de alguien famoso, pero donde el final es conocido por todo el mundo. Insisto: experimentar este resumen de 90 minutos sobre la investigación acerca de la figura de este músico, desgarradoramente desconocido, sacude algo muy profundo de nuestro ser. Habla sobre conceptos y valores que hoy conocemos ya distorsionados y que este personaje inigualable nos recuerda en su versión más pura.
Otra de sus maravillas radica en algo tan impactante como entender hasta qué punto la era de la información y la comunicación ha cambiado este planeta. La investigación se situa a finales de los 90. Parece que sea ayer, pero el simple hecho de que internet no era entonces ni sombra de lo que es hoy le confiere a los acontecimientos un aire de nostalgia mezclado con un extraño sentimiento de desconcierto.
Aunque me considero un soñador y un sentimental, muy raramente me emociono visiblemente. Tampoco ante una pantalla... y no pude evitar derramar varias lágrimas. Mientras escribo estas lineas escucho este ya mítico CD, que hace unas semanas me regalaron sabiendo muy bien a quién se lo regalaban. Pero no ha explotado hasta hoy. Albert, Jaume i Mireia, gracias!!!
Sé muy bien que las sensaciones de esta peli no se repiten dos veces en un mismo año. Así que los que me conozcáis, y os fiéis de mí, escoged bien el día, acomodaos y preparaos para disfrutar con Sixto Rodriguez: quien sabe si el músico desconocido más grande, pero con seguridad, una persona que merece el recuerdo eterno.

PARA: revisar lo maravilloso que puede llegar a ser el espíritu humano
ABSTENERSE: nadie

To the wonder

To the wonder (2013), Terrence Malick


No puedo esconder mi decepción. Aun así, hay que reconocer que era harto complicado que la inolvidable experiencia de El árbol de la vida (2011) no le pasase factura al siguiente ejercicio de Malick. Los que me conocen saben cómo defendí la anterior cinta de este controvertido director. Tampoco soy devoto del mismo. No penetré en La delgada linea roja (1998), y con El nuevo mundo (2005) fui de menos a más, pues no me llegó la primera vez pero sí volviendo a verla el año pasado (será que estaba yo en otra onda :-).
El otro día hablaba del frenético ritmo en rodar pelis de Soderbergh (que ahora parará precisamente). Malick es el lado opuesto. Cuatro pelis del 73 al 2005. Pero ahora se ha acelerado, y no para bien. Dos pelis en 3 años y 3 más en post-producción.
Donde quiero poner el acento es en el cambio tras El árbol de la vida (2011). Antes combinaba dentro de sus films la narrativa convencional con esa lírica visual centrada en los pensamientos y sentimientos de sus protagonistas. Pero ahora ha decidido quedarse exclusivamente con esto último. Claro, si bañas eso con un mensaje de la trascendencia y poder de El árbol de la vida (2011) y lo acompañas de imagenes desmayantes, pues es una cosa. Pero si te pasas 2 horas dándole vueltas a lo mismo con 4 personajes y con sus característicos bailes de encuadre y sintonía mística, pues es otra cosa. Mención aparte para la participación de Bardem en el papel de cura en pueblo perdido: ¿por qué lo escogió a él?
La pregunta que surge entonces es: ¿cuál era su intencion con esta última peli? Se centra en el amor, tanto el de pareja como el espiritual, vinculado a la fe. Un tema infinito, pero que con el invariable tono mencionado consigue convertir en redundante. Tampoco le ayudan algunas reflexiones, en ocasiones interesantes, pero que por momentos están cerca de ser banales.
En cuanto a su mensaje, y viniendo de quien viene, será normal que cada uno interprete a su antojo. Lo que yo respiré es que Malick plasma la dificultad que nos supone integrar nuestra individualidad en el conjunto en el que todos vivimos. Ocupar un lugar y sentirnos a gusto en él es un reto, a veces, titánico. La profesión de Ben Affleck en la peli es para mi la muestra de que vivimos rodeados de un tipo especial de contaminación, que bombardea nuestra propia determinación para hallar ese lugar. No vivimos suficientemente dentro de nosotros mismos. Somos islas que queremos formar parte de un continente. Si es así me parece maravillosa la metáfora del Mont Saint Michel.
Pero insisto en que el resultado me parece saturado. Me llama la atención la ingente cantidad de material que este hombre debió rodar para esta peli. Y ya no digamos lo que tuvo que ser montarlo. Pero Malick no monta peliculas. Sin duda, monta experiencias. Lo que ocurre es que en esta ocasión descuidó el todo por las partes.

PARA: los que nadan como pez en el agua ante films alejados de convencionalismos
ABSTENERSE: los que se ahogaron con El árbol de la vida o ni siquiera se zambulleron en ella

martes, 14 de mayo de 2013

Efectos secundarios

Efectos secundarios (2013), Steven Soderbergh

Steven Soderbergh es, por encima de cualquier valoración sobre su trabajo, un privilegiado. Rodar más de un largometraje de media desde hace casi 30 años, a la edad de 50, es algo de lo que muy pocos pueden presumir. Pero uno de los retos de tan prolífica actividad es la de mantener el  prestigioso sello de autor. Y, sin duda, es merecido que él mantenga ese status cuando ha firmado el guión de 10 de esas obras, pero por los méritos de las últimas la cosa ya cambiaría. Más allá de la peli de culto que le lanzó a la fama, Sexo mentiras y cintas de video (1989), no se reconoce en el resto de sus guiones ningún éxito planetario, ni de público ni de crítica. El cambio de siglo le favoreció en el rol de realizador, con éxitos de crítica y público, como Erin Brockovich (2000) o Traffic (2000), y también con la comercial saga de Ocean's eleven (2001). Sin embargo, los últimos años confirman que se está especializando en vivir del pasado.
La peli de hoy es un buen ejemplo de su evolución. Por un lado, me llama mucho la atención la manera en que combina los ingredientes como realizador para cocinar un plato que lleva su sello. Sus películas acostumbran a caracterizarse por el ritmo. O, mejor aun, por el paso que llevan, dado que la palabra ritmo sugiere un tempo que llevaría a error.
Su estilo narrativo es especial. Amasa a los personajes. Bordea, precisamente, la falta de ritmo pero consigue salirse airoso siempre sobre la campana a medida que avanza el film. Para ello, en esta ocasión, abusa quizás un pelo de los acordes musicales como subrayadores de la acción (o la falta de la misma).
Se puede decir que es un buen constructor de atmósferas. En esta ocasión vuelve a manejar un tema controvertido como el de los fármacos y su modo de comercialización, como ya hizo antes con asuntos como las drogas, las pandemias o los abusos de las multinacionales.
Pero mencionaba lo de su evolución porque, más allá de la forma, sigue faltando algo más propio del fondo: el guión o el equilibrio de una historia. Soderbergh repite con el guionista con el que ya firmó Contagio (2011). Su primer y segundo acto mantienen (a su estilo) el crescendo que podamos pedirle a este tipo de thrillers.
En cuanto a las interpretaciones, destaca Rooney Mara en el papel de la atormentada Emily. Sin embargo, los más conocidos, Jude Law y Catherine Zeta-Jones, pasan más sin pena ni gloria. No tengo nada en contra del actor británico, pero creo sinceramente que le funcionan muchísimo mejor los papeles más enigmáticos y sutiles.
Donde el film pierde la oportunidad de ser notable es en su tercer acto. Esa atmósfera de la que hablaba, con el oscuro mundo de la introducción de determinados fármacos en el mercado, acaba sucumbiendo ante el tópico desenlace de buenos y malos que hemos visto en innumerables ocasiones. Una lástima. Esperemos que pronto recupere su senda. A ese ritmo al que incorpora títulos a su filmografía y con el talento que tiene no debería tardar.

PARA: espectadores acomodados a fórmulas de contrastada rentabilidad
ABSTENERSE: pacientes en la sala de espera del resurgimiento de este director

martes, 7 de mayo de 2013

Tesis sobre un homicidio

Tesis sobre un homicidio (2013), Hernán Goldfrid


Bueno, después de varias semanas liado con otros asuntos vuelvo a la actividad bloguera. Os prometo una peli semanal :-)

Tenía ganas de ver esta peli. Por mucha experiencia que tengamos en ver cine (que absolutamente nunca será suficiente) solemos caer a menudo en la trampa del titulín "De los productores de...". Y en esta ocasión caí con las dos patas. Comparar El secreto de sus ojos con esto es ofensivo.
La película tiene dos cosas, ni una más. Una factura muy digna y un actor que mantiene su atractivo con la pantalla y que es el gancho indiscutible del film. Todo lo demás suspende. Es decir, no hay nada más que pueda calificarse mínimamente de interesante.
Ignoro cuáles hayan podido ser los entresijos de la producción. Si los productores han metido más o menos baza, si la adaptación de la novela original es más o menos fiel, o si el director tiene mejor o peor prensa por lo hecho hasta ahora. Pero lo que no puedo evitar es hacer responsable a éste último de un resultado que no se aguanta por ningún lado.
El guión es débil, repetitivo, plagado de tópicos, inconsistente y falto de la más mínima personalidad. Está plagado de referencias al género cosidas con tal mala gracia que en algunos momentos provocan vergüenza ajena. El dibujo de los personajes está tan inexplicablemente descuidado que los productores de la aclamada y mencionada película de Campanella se han puesto en evidencia. Salta a la vista que debieron topar con aquel proyecto y se encontraron un éxito que demuestran no tener ni idea de replicar. Las interpretaciones de Alberto Ammann y del resto de secundarios no es que sean discretas (que lo son, más en los jóvenes que en el resto) sino que la peli no les da la más mínima oportunidad de explotarlas.
Por hacer alusión a la palabra "Tesis" del título, más les valdría echar un ojo a la maestría con la que un chaval de 23 años rodó hace casi 20 años una peli que le da sopas con honda en el arte de jugar con la inocencia o culpabilidad de un personaje.
Vivimos días tan complicados que uno e los objetivos que mucha gente se propone para poder despuntar es atreverse a ir más allá de la tan deseada originalidad. Algunos, como Risto Mejide, defienden que si tus opiniones no provocan y/o no agitan conciencias no estás transmitiendo nada, porque nada recordarán de los que hayas dicho. En el caso que nos ocupa, además, decidieron ser originales con un final, para el que me cuesta encontrarle adjetivo sin desmerecer al adjetivo mismo.

PARA: ingenuos que (como yo) caigan en la trampa "De los productores de..."
ABSTENERSE: cualquiera que no quiera manchar la imborrable huella de cualquier buen thriller