Holy Motors (2012), Leos Carax
Para que mis comentarios sobre esta peli se entiendan como a mí me gustaría creo necesario, más que nunca, describir mis sensaciones acumuladas antes de iniciar su visionado.
Película que gana en Sitges. Piensas: no es garantía de nada, como suele ocurrir con los festivales. Pero entonces empiezan a aparecer voces para ensalzar la singularidad y demás cualidades que la sitúan en un pedestal muy personal y de difícil catalogación, pero donde la mayoría coincide en reconocer como obra maestra. Paralelamente, amigos y conocidos que asisten los primeros días empiezan ya a transpirar sus opiniones cuando les preguntas sin querer que te desvelen nada: "Ves a verla y ya comentaremos...", contestaba la mayoría.
A mi, particularmente, me encanta asistir a películas con este previo. Descubrir cosas nuevas es apasionante en un panorama como el del cine, tan parco en cosas dignas de análisis durante los últimos años (ya mencioné mil veces que me cautivó El árbol de la vida). En esta ocasión también añadía sal a la expectativa el hecho de que el film estuviese firmado (tanto guión como realización) por un más que controvertido director francés que ha dado muchas más sombras que luces.
Bien, pues vayamos con la proyección. La palabra que creo que mejor puede resumir mi estado como espectador tras la primera hora de visionado es "atónito". Y muchos se preguntarán: ¿para bien o para mal? En ese momento, ni yo lo sabía. Es que no conseguía alinear mis sensaciones con lo que estaba viendo. Apertura no me faltaba. Es una actitud que siempre he defendido que debe tenerse ante cualquier pretendida obra de arte. Dos sentimientos sí tenia. Uno, hay imagenes dentro de esa primera hora que son absolutamente impactantes. Es inequívocamente bella la escena de los acordeones. Dos, tenía una inevitable expectativa por descubrir de qué manera podían acabar encajando piezas pertenecientes a puzzles incompatibles.
Y al final, he de reconocer que, como resumió mi gran amigo Jaime: "Este director me ha superado".
Poco más voy a comentar de su contenido. Simplemente, mencionar que, dentro de su inclasificable conjunto, constituye un buen reto concentrase en valorar aspectos tradicionales como interpretaciones, fotografía u otros.
En este aspecto, no me ha sorprendido los ríos de tinta destacando el film a cargo de los críticos de turno, con su habitual tufillo snob. Por otro lado, un experimentadísimo director catalán me comentaba hace poco que le daba risa la consideración de esta peli como pionera, cuando los mismos franceses ya lo hacían hace 50-60 años. Allá vosotros.
PARA: amantes del arte abstracto (por decir algo)
ABSTENERSE: cualquiera que entienda que una peli es, por encima de todo, una historia.
La vida es un guión que unos leen y otros interpretan, pero que sólo tú escribes. Está en tu mano.
lunes, 26 de noviembre de 2012
lunes, 19 de noviembre de 2012
Sablazo a los guionistas
Alguien vio SALVADOS el domingo?
Genial Ébole con lo del oligopolio escandaloso de las gasolineras.
Y en un país con estos oligopolios (como el de la telefonía) ¿a quién multa el PP por ir contra la competencia? Pues a los guionistas, por pretender equiparar unos precios propuestos por su sindicato, debido a los abusos de las productoras… y que nunca se han tenido en cuenta, al contrario: se ha retrocedido a los precios que este colectivo estaba cobrando hace 15 años!
Muchas gracias por proteger la cultura y sembrar oligopolios.
Aquí tenéis un texto que lo denuncia como debe ser.
COMUNICACION DE ABCGUINISTAS
El sablazo de la Comisión Nacional de la Competencia en España a los guionistas ha sido objeto de nuestra Editorial debido a que su significado trasciende fronteras.
Nos hemos permitido incluir algunos datos del recientemente publicado estudio "La escritura de guión en España", que sustentan el escalofriante argumento.
También incluimos la descripción de prácticas abusivas del mercado audiovisual que deberían ser objeto de investigación y no lo son.
¡Que esto sea el principio del ruido!
Según se dijo en la Conferencia Mundial de Guionistas, hay una segunda posible amenaza de esa comisión, respecto a los baremos publicados en su día por el GAC (la asociación de guionistas en Cataluña).
Si alzamos plumas y voces, quizás acabemos con esta segunda amenaza, dando la vuelta a la tortilla y señalando a quienes verdaderamente deben ser investigados.
Esto es trabajo de todos, dentro y fuera de las asociaciones y sindicatos, dentro y fuera del territorio español.
Contamos con tu cooperación.
¡Por el guion!
abcguionistas
jueves, 15 de noviembre de 2012
En la casa
En la casa (2012), François Ozon
Había ganas de ver la ganadora del último y glamuroso festival de San Sebastian. Y la verdad es que no me ha defraudado en absoluto. Es la típica clase de peli que funciona cuando te sorprende. Pero en lugar de ir al cine como vamos a veces, sin expectativa alguna, acudí con el listón subidito. Ahí empieza el mérito que creo que, indudablemente, tiene de por sí.
Y es que los ingredientes no pueden ser más austeros: Un matrimonio, un alumno de él, y una familia. Una casa, un colegio y otra casa. El director y guionista adapta muy hábilmente para el cine una obra teatral de Juan Mayorga.
Pues con estas enclenques fichas de partida, Ozon nos construye un juego casero al que saca un partido envidiable. El guión es una delícia por como combina tantos elementos: saltos en el tiempo, voz en off, localizaciones y, especialmente, el solapamiento entre la historia que nos cuentan y la que hay dentro de la misma.
De entrada, nos atrapa gracias a una de las verdades más propias de la condición humana: somos unos cotillas. Sólo por las ganas de saber más nos subimos al carro de la historia. Pero, a medida que ésta avanza, aunque podamos adelantar por dónde pueden ir los tiros, nos acabamos viendo envueltos en una dimensión desconocida, o al menos imprevista. Algo que, de hecho, nos ocurre en la vida real: ¿cuántas de las cosas en las que pensamos son fruto de los hechos reales o son producto de nuestra imaginación?
Bajo otro enfoque, hablamos de la capacidad del cine para teletransportarnos sin nuestro control y mediante el influjo de la narrativa. Llega un punto de la película en el que uno se pregunta si está entendiendo lo que el autor le está exponiendo o si, por el contrario, está poniendo más cosecha propia de la cuenta. Vale, más de uno dirá que es esto mismo exactamente lo que pretende el arte. Sin embargo, la capacidad para evocar suele ser más rica cuanto mayor sea la abstracción o la inconcreción de la obra. ¿Tiene esta obra una lectura lineal e inequívoca? Sí, pero algo por dentro nos perturba provocándonos preguntas acerca de nuestras interpretaciones.
Por lo demás, los actores están mejor unos qué otros. Llama la atención el espléndido francés de Scott Thomas, las tablas de la veterana Emmanuelle Seigner (wow! 20 años ya de Lunas de hiel) y la buena elección del chaval protagonista (21 años de edad en la vida real), pero si la cinta funciona tan bien en su conjunto es gracias al super trabajo de Fabrice Luchini.
Por resumirla en una frase, diría que es un homenaje a las personas que no pueden evitar sentirse mucho más atraidos por el mundo imaginario que por el que nos ha tocado vivir... aunque por momentos se confundan.
PARA: los que prefieran arriesgarse a encontrar cine inteligente
ABSTENERSE: los que equiparen ese riesgo al del salto de Baumgartner pero sin paracaíadas
Había ganas de ver la ganadora del último y glamuroso festival de San Sebastian. Y la verdad es que no me ha defraudado en absoluto. Es la típica clase de peli que funciona cuando te sorprende. Pero en lugar de ir al cine como vamos a veces, sin expectativa alguna, acudí con el listón subidito. Ahí empieza el mérito que creo que, indudablemente, tiene de por sí.
Y es que los ingredientes no pueden ser más austeros: Un matrimonio, un alumno de él, y una familia. Una casa, un colegio y otra casa. El director y guionista adapta muy hábilmente para el cine una obra teatral de Juan Mayorga.
Pues con estas enclenques fichas de partida, Ozon nos construye un juego casero al que saca un partido envidiable. El guión es una delícia por como combina tantos elementos: saltos en el tiempo, voz en off, localizaciones y, especialmente, el solapamiento entre la historia que nos cuentan y la que hay dentro de la misma.
De entrada, nos atrapa gracias a una de las verdades más propias de la condición humana: somos unos cotillas. Sólo por las ganas de saber más nos subimos al carro de la historia. Pero, a medida que ésta avanza, aunque podamos adelantar por dónde pueden ir los tiros, nos acabamos viendo envueltos en una dimensión desconocida, o al menos imprevista. Algo que, de hecho, nos ocurre en la vida real: ¿cuántas de las cosas en las que pensamos son fruto de los hechos reales o son producto de nuestra imaginación?
Bajo otro enfoque, hablamos de la capacidad del cine para teletransportarnos sin nuestro control y mediante el influjo de la narrativa. Llega un punto de la película en el que uno se pregunta si está entendiendo lo que el autor le está exponiendo o si, por el contrario, está poniendo más cosecha propia de la cuenta. Vale, más de uno dirá que es esto mismo exactamente lo que pretende el arte. Sin embargo, la capacidad para evocar suele ser más rica cuanto mayor sea la abstracción o la inconcreción de la obra. ¿Tiene esta obra una lectura lineal e inequívoca? Sí, pero algo por dentro nos perturba provocándonos preguntas acerca de nuestras interpretaciones.
Por lo demás, los actores están mejor unos qué otros. Llama la atención el espléndido francés de Scott Thomas, las tablas de la veterana Emmanuelle Seigner (wow! 20 años ya de Lunas de hiel) y la buena elección del chaval protagonista (21 años de edad en la vida real), pero si la cinta funciona tan bien en su conjunto es gracias al super trabajo de Fabrice Luchini.
Por resumirla en una frase, diría que es un homenaje a las personas que no pueden evitar sentirse mucho más atraidos por el mundo imaginario que por el que nos ha tocado vivir... aunque por momentos se confundan.
PARA: los que prefieran arriesgarse a encontrar cine inteligente
ABSTENERSE: los que equiparen ese riesgo al del salto de Baumgartner pero sin paracaíadas
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