Cartelera:
Brave (2012), Mark Andrews y Brenda Chapman
Lo peludo de crear obras maestras de la talla de Toy Story, Cars, Wall·e o Buscando a Nemo (mi preferida) es mantener el listón tan alto. Pues resulta que los genios de Pixar lo habían conseguido durante más de una década. ¿Cómo? Creando reiteradamente (mérito descomunal) piezas mágicas de animación mediante la combinación de dos recursos marca de la casa: el dominio de una revolucionaria animación digital (la producción) y una deslumbrante imaginación para crear buenas historias (el guión).
Con semejante talento consolidado durante tanto tiempo uno acude a la sala de cine sin saber si está acompañando a su hija o si está siendo acompañado por ésta. Tras varios anuncios de próximos estrenos un imprevisto aperitivo que no hace sino confirmar (una vez más) todo lo mencionado. No lleguéis tarde porque os perderíais un exquisito corto del mismo Pixar llamado "La luna". Maravilloso cuento que sin necesidad de usar ninguna lengua de este planeta transmite un mensaje que entenderán todos sus habitantes.
Y nada más empezar la peli a la protagonista se le escapa una flecha que agujerea mi globo de ilusión y, sin ser yo consciente en ese momento, empieza a desinflar paulatinamente las expectativas ganadas a pulso por este equipo durante tanto tiempo.
La mejor manera que se me ocurre de criticar la peli es que la sociedad Disney-Pixar se ha balanceado peligrosamente hacia la primera. Es decir, se les ha caido uno de los dos pilares mencionados: en lugar de seguir confiando en su talento para crear historias genuinas han resucitado el obsoleto sello de Disney con un cuento tradicional propio del siglo pasado.
Por si esto fuera poco, eché en falta sobremanera otro de los elementos característicos de sus películas, y que acostumbraba a concentrar la mayoría del buen humor que destilaban: sus personajes secundarios. Lo que más se le acerca en este caso son los hermanos trillizos, que no consiguen ni de largo llenar ese vacío.
Ya hacen bien en acordarse de Steve Jobs en la dedicatoria final. Tampoco harían mal en invocar su espíritu para intentar recuperar su inspiración de cara a futuros proyectos. Ánimo.
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