Le Havre (2011), Aki Kaurismäki
Cine de aquellos que mejor representan la etiqueta de cine de "autor". Kaurismäki es uno de sus más conocidos exponentes europeos, y el director finlandés más famoso.
Su estilo es tan personal (como mandan los cánones) que es imposible que genere opiniones homogéneas. Posee una especie de código visual con el que podemos identificarnos según el día, la peli, el momento de la peli o lo que sea. Pero es muy singular.
Planos fijos, la cámara apenas se mueve. Interpretaciones secas, austeras, pero que no por ello carecen de emoción. Una narración que, de tan lineal y sólida, se acerca a la de un cuento. Una fotografía que, como he leído en alguna crítica, recuerda a los cuadros de Edward Hopper, cuya exposición ha sido recientemente inaugurada en Madrid (para variar). No sólo por la luz, sino también por retratar a unos personajes cuya mirada al infinito te transmite, por un lado, una sensación de vacío, pero por otro, están llenas de sentimiento contenido.
Este cuento está repleto de sinceridad y bondad humana, y rebosa esperanza por todos lados. El tema es que todo él rezuma un aroma tan naif que la mella que pueda hacer en cada uno dependerá a buen seguro de mil imponderables de nuestra alocada vida. Donde uno vea ternura, el otro verá compasión. Donde uno vea altruismo, el otro verá ingenuidad. Y donde uno vea amistad, el otro verá interés.
Sea como sea, mi visión particular es que la mezcla entre cuento, drama social y estilo escandinavo es demasiado áspera como para llegar a gozar en el cine. No pongo en duda su mérito, porque entiendo que a mucha gente le pueda fascinar esta combinación, pero mi idea de experiencia en cuanto a saborear un cuento de cine está (por poner un extremo) más cercana a la de Big fish, o Eduardo Manostijeras, ambas de Tim Burton. Sin que sirva de precedente.
PARA: fieles seguidores del cine personal made in Europe
ABSTENERSE: fieles seguidores del pasional cine personal made in Spain
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