Viendo tus tres largometrajes, ¿qué es lo que te atrae tanto como para
convertirte en ese sustantivo que tanto te gusta, victimario, sobre unos
protagonistas llevados al límite?
Pues es una buena pregunta y complicada también. No hay una decisión
consciente. Imagino que tiene que ver con el hecho de que mis personajes desean
tener acceso a una realidad, un conocimiento, una sabiduría o una verdad. Y
tengo la percepción personal de que ese camino nunca es sencillo. Siempre es
tortuoso y complejo. En general, para tener acceso a algo y nacer de nuevo uno
tiene, de alguna manera, que morir previamente. No hay nunca una autopista de
10 carriles hacia el conocimiento sino un camino tortuoso lleno de obstáculos.
Buried (Enterrado) te dio la oportunidad de poder escoger. ¿Por qué
este tema ahora y no antes? ¿Es por el presupuesto que requiere?
En realidad es un guión escrito previamente. Es un proyecto en el que
ya trabajábamos Adrián Guerra, mi socio de producción, y yo, encontrándonos con
muchas dificultades ante una historia de esa ambición narrativa y
presupuestaria. Aunque conseguimos avanzar mucho, llegó un momento en que todas
las fases estaban deseando que otra persona se incorporara para ser quien diese
el siguiente paso. Cuando apareció Buried me consumió absolutamente, por la
necesidad obsesiva de realizar algo inédito e insensato, y después
sencillamente lo retomamos donde lo habíamos dejado. De manera que no se siguió
ningún planteamiento especulativo sobre qué era lo conveniente después de hacer
Buried, sino ver la posibilidad de acercarnos al proyecto que estábamos
moviendo antes.
¿Qué tal la experiencia de haber podido realizar Luces Rojas con este
elenco de artistas? ¿Es tan ideal como aparenta ser más allá de su idoneidad
comercial?
El cartel de la película demuestra la existencia de lo
paranormal sin ninguna duda, porque no hay nada que lo explique. Cada vez
que lo miro y veo esos rostros pienso en quién debe haber dirigido esa película
y porqué tengo yo el poster en mi casa. Es complicado. Al fin y al cabo ha sido
una acumulación de trabajo brutal durante estos dos años, sin un solo día de
descanso y ni siquiera tengo la distancia y la perspectiva necesaria para
evaluar y destilar lo que he vivido. Solo te diré que todo parte de una
tendencia a no autolimitarme, porque la realidad tiende a hacerlo con plena
solvencia sin necesidad de ningún tipo de ayuda. Así que cuando tienes unos
personajes debes pensar en los personajes idóneos para encarnarlos. Siendo muy
consciente de que si tienes una lista de 10 por puesto seguramente será el
número 7 el que diga que sí. Entonces tienes 2 opciones: o empiezas
directamente por el 7, con sentido común, o empiezas por el 1 y que sea él
quien te diga que no. Y nos encontramos con que los 3 números 1 tuvieron una
reacción muy poderosa ante el guión. Así que, tras organizarles pases privados
de Buried, muy pocas semanas después teníamos sendas reuniones, en Sicilia con
De Niro, en Nueva York con Sigourney y en Londres con Cillian, en las que nos
llevó poco más de 45 minutos decidir que estábamos en la misma nave. Si me
preguntas cómo sucedió, mi respuesta es que no tengo ni la más remota idea.
¿Con qué te quedarás de todo ello? ¿Qué es lo que más te ha
sorprendido de su trabajo más allá de los tópicos como del que defiende lo
callado que es De Niro?
Bueno, todo te sorprende si no esperas nada concreto. Es como me
planteo las cosas. Son lecciones constantes, pero que suceden en cualquier
rodaje. Es lo más parecido a ir a la guerra: hay muy poco espacio para el
placer. Debes aportar soluciones constantes a problemas constantes. Y muchas
veces, verdaderamente, lo más enriquecedor es pasar por esa guerra y salir vivo
de allí. Generalmente, sentir que has crecido de alguna manera al enfrentarte a
desafíos nuevos. Por otro lado, en tu búsqueda de un próximo proyecto siempre
estás buscando algo así. Algo que te asuste un poco, que no controles del todo,
que no estés seguro de que puedes hacer. Es esa sensación de vértigo, cuando tu
cuerpo te pide lo contrario. Es lo que te estimula y que te permite abordar
cosas que te dan miedo para borrar esos límites y descubrir otros nuevos.
Pues en esta guerra tus soldados han hablado muy bien de ti,
atendiendo a entrevistas publicadas con De Niro y Cillian Murphy. ¿Qué les has
dado?
Pues no lo sé. Yo mismo, cuando leo estas respuestas me siento muy
gratificado pero sorprendido, en el sentido de que esto no formó parte de
nuestras conversaciones de trabajo. Tú solamente tratas de abordar cada escena
tratando de convertir a cada escena en la mejor versión posible de sí misma.
Imagino que si algo hago con los actores primero es tratar de convertirme en
una especie de detector de mentiras, de manera que tratas de no aceptar
cualquier cosa que no sea verdadera, y sí de generar en cada situación las
condiciones para generar momentos de verdad. Imagino que si ellos perciben que
puedes diferenciarlo, a partir de ese momento para ellos es mucho más sencillo
confiar. Un actor quiere, por encima de todo, confiar en su director. Si siente
que tiene esa confianza saldrá de la zona segura porque sabrá que está
protegido y nadie le permitirá hacer el ridículo.
Más allá de todas las distancias físicas imaginables, ¿cómo
compararías el rodaje con el de Buried? ¿Hay algún nexo común?
Creo que son muy parecidos. El reto de Buried era hacer un thriller en
una caja y el de Luces Rojas era hacerlo fuera de ella. Es lo mismo. La
caja no es lo importante. Igual que no es importante la ciudad del medio oeste
en la que sucede Luces Rojas. Sí lo es guiar al espectador emocional y
narrativamente. Es decir, gestionar las emociones del espectador y su
percepción de la historia para conseguir que cada escena impacte en él de la
manera más contundente posible. Da igual que tengas un actor ó 70, una ciudad
inacabable o una selva tropical. En el fondo es indiferente. Solo hay una
diferencia de escala. Al final, como los problemas, una vez desglosados, deben
abordarse de uno en uno, solamente acabas antes o después de resolverlos. La
mecánica es parecida.
En esta ocasión firmas guión, dirección y montaje. ¿Dónde has
disfrutado más creando? ¿Antes, durante o después del rodaje?
Las partes más placenteras aparecen siempre en la escritura y en el
montaje. Principalmente, en el montaje. Aunque cada vez se hace menos
placentero porque siempre hay una presión de tiempo que impide que uno tenga la
sensación de estar construyendo algo sin límites, sin un taxímetro y un tic tac
constante. En ese sentido, cuando aumenta la presión el placer se va
reduciendo. Desde luego, donde nunca hay placer es en el rodaje. Eso sin
ninguna duda.
De cara a un próximo proyecto, ¿vas hacia una película de 70 actores o
nuevamente de 1?
En realidad es ahora cuando por primera vez en muchas semanas empiezo
a sentir que tengo espacio en mi cerebro para rellenarlo con algo. En cuanto
acabe la promoción de la película me convertiré en una especie de buscador del
grial, tratando de rellenar ese hueco.
Por último, asistimos a una tendencia de directores de aquí
con experiencias internacionales. Además del tuyo, casos como el de Juan
Carlos Fresnadillo con Intruders, o Juan Antonio Bayona con Lo
imposible, en los que habéis rodado, dentro o fuera del país, pero en
inglés y con estrellas mundialmente conocidas. ¿Qué ha cambiado? ¿Asistimos a
un salto de talento o es fruto de la globalización?
Yo sospecho que el mundo se ha convertido en un lugar más pequeño, con
distancias más cortas y más accesible. Y sin duda, el hecho de que sea para
nosotros más fácil cruzar la línea tiene mucho que ver con los que la cruzaron
antes que nosotros, con mucha más dificultad. Pero la superaron el suficiente
número de veces como para desdibujarla más y borrarla, hacerla más accesible.
No creo que haya una diferencia de talento. Quizás sí de lenguaje a un
determinado nivel, en el sentido de que nos formamos con una educación
audiovisual que imagino que hace que unas determinadas formas sean
más internacionales y más exportables. Pero no creo que se deba a una condición
de talento. Sería absurdo pensar que de repente ha aparecido una generación más
dotada en términos de talento que la anterior. Eso imagino que
significativamente no se sostiene. Al final somos todos herederos de las condiciones
que nos han legado los que estaban antes que nosotros.
Ver el comentario de la película.
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